Aunque tú no lo sepas, cada vez que pasaba por tu casa (aunque no sé si aún vivías allí) pensaba ‘a ver si me encuentro con Edu’, y no sé si por desearlo con fuerza o por probabilidad matemática (paso mucho por allí) me encontré contigo frente a tu (antigua) casa hace unos meses, te felicité por tu nuevo trabajo, dije unas cuantas tonterías de las mías, te reíste, siempre lo hacías, y nos despedimos. Aquella tarde yo iba con un amigo, tan cotilla como yo, que cuando te fuiste me preguntó que quién eras, y yo, orgullosa, le dije que eras un buen amigo de la facu, un chico muy muy… muy bueno (no olvido el favor que me hiciste el año pasado), y además muy muy… muy inteligente… vaya, que no se podía pedir más!:-). Presumí de amigo, de conocerte, espero que no te importe, conociéndote seguro que no. En los últimos tiempos apenas te había visto unas pocas veces en algún lugar entre tu casa y la mía, pero verte, aunque tú no lo sepas, era siempre motivo de alegría.
Todos estos años he estado al tanto de tus logros, había que admirarte a la fuerza, no había más opción ;-). Como bien dijo ‘el amigo que ahora está en el hemisferio sur’ estábamos orgullosos de ti.
Ahora sólo puedo darte las gracias por haberte conocido, por haber sido uno de los grandes responsables de que aquellos años de facultad fueran tiempos tan felices, por tu sonrisa, por ser tan buen niño, por esperar pacientemente que yo me terminara de comer las lentejas o las croquetas o lo que tocara en aquellos inolvidables almuerzos de la facultad, entre tú y yo, tardaba tanto para disfrutar un ratito más de la compañía de los amigos, de tu compañía :-). Gracias por haber sido parte de mi vida. Espero haber sido yo también parte de la tuya, un poquito al menos.
Aunque tú no lo sepas, te echaré mucho de menos.
Un beso grande
Mari
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