Eduardo, nuestra oficina se queda coja sin ti, somos como un animal herido, apaleado, que no entiende por qué camina ahora con tres patas cuando antes tenía cuatro. Quiero entrar en la oficina y que estés ahí, frente a tu ordenador. "Buenos días", te diría, y tú levantarías los ojos de la pantalla para devolverme el saludo con una sonrisa, y luego nos reiríamos de algo, de cualquier tontería. Te echo de menos.
Leticia
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